lunes, 7 de marzo de 2022

ANGÉLICA

Sintiéndome tan sensible hoy, y sintiendo el Amor tan presente, quiero escribir lo que mi corazón me dice. 
Voy a hablar de Angélica, La Preciosa. 
Angélica es una amiga que también se convirtió en parte de mi familia, y creo que yo en parte de la de ella. Ella era risueña, gritona...bueno, mas bien dicho hablaba con voz alta, ¡con tono norteñote! Siempre le hacia broma diciéndole que cuando yo iba rumbo a su casa yo sabia que ella estaba ahí porque su voz se escuchaba hasta la carretera nacional, hasta el "Don Julián", la tienda de hojarascas, empanadas, turcos, y demás pastelería regional que hacen en esa área del Alamo. Cuando le decía esto, ella se reía con sus carcajadas: "¡Ash!, ya se manita" me decía. 
Desde que llegaba no parábamos de hablar. Ponía fruta en un plato, queso, frituras, o lo que tuviera en su casa, porque la platica iba para largo. Tanto así que duraba 6, 7, o mas horas. La plática siempre era tema tras tema. Hablábamos de todo. Todos los temas eran bienvenidos (bueno, de política casi nunca, no es algo que me agrade). No siempre estábamos de acuerdo, pero siempre cerrábamos la platica con risas. Cuando ella se quedaba sin argumentos decía "¿Ya ves?", como una manera de decir "¡´ta güeno!" (traducción = esta bien, ya entendí, no tengo argumentos, fin del tema). Me acuerdo de esto y me parece escuchar su voz. 
¡Se ha de estar riendo de mi la canija!
El tiempo que pasaba con ella realmente lo disfrutaba. Extraño su frase cada vez que yo le decía que ya me iba para regresar a mi casa "¡¿Pero porque tan pronto?!", aunque hubiera estado ahí durante horas. 
Antes de tener celulares, cuando ella llamaba a mi casa y le preguntaban quien llamaba ella se identificaba diciendo su nombre: Angélica. Y pues bien, me gritaban, ya saben, costumbre mexicana de gritar cuando te quieren localizar en vez de irte a buscar, "¡te llama Angélica!". Al paso del tiempo, con el trato e irla conociendo mejor, el anuncio ya no era "te llama Angélica", sino "¡te llama La Preciosa!". Y es que ella tenía esa forma de ser tan amorosa, tan familiar de tratar a cada persona que iba conociendo, que con su sonrisa y su espontaneidad nos acogía, y nos recibía con un "que te ofrezco Hermosa", "¡Hoooola Preciosa!". Entonces ella se convirtió en La Preciosa. 
Quiero que se la imaginen quienes no la conocieron: Alta (bueno, unos centímetros mas bajita que yo. Yo mido 1.72 mts). Su complexión era mas bien robusta sin llegar a ser gorda. Con volumen de voz de "escúchenme hasta los que están allá atrás". De piel morena, entre clara a media. Se tatuó las cejas porque aunque no usaba mucho maquillaje, ella decía que así se veía arreglada y no batallaba. Le gustaban las pulseras. Le gustaba ir a su clase de bailoterapia, hasta que llego la pandemia y las clases se cancelaron. Sabía tejer. Era muy acelerada, muy activa. No le gustaba estarse quieta. Siempre decía "ay manita, ya sabes como es una". 
Recuerdo los paseos que hicimos a Chipinque, a la Estanzuela. Aguantaba el paso aunque después dijera "estuvo buena la friega manita", y soltara la carcajada. Con la friega se le quitaron las ganas de volver. 
Hay muchas cosas que extraño. Son 4 meses de su ausencia física, y aún lo estoy asimilando. 
Todo el Amor que compartimos se ha quedado grabado en el corazón de la eternidad. Tengo la confianza y la sensación que ella puede sentir el Amor que siempre he tenido para ella, y cuando pienso de esta manera mi corazón y mi alma sonríe pensando que esto es posible donde quiera que Angélica, La Preciosa esté.