viernes, 8 de enero de 2010

EL TENEDOR

Conocí a una señora que siempre estaba de buen humor; ella siempre veia el lado positivo y amable de las cosas.
Ella tuvo varios hijos, y sus hijos le dieron nietos a los cuales ella amaba y con quien solia juguetear por el jardín como si fuera una chiquilla mas.
Era muy amiguera, y aunque muchos de sus amigos los conservaba desde su juventud, siempre tenia su corazón abierto para los nuevos que iban llegando tambien.
Un día en una reunion, presintiendo que no le quedaba mucho tiempo de vida, platicando con sus amigos les dijo: "Quiero que cuando me vaya no me lloren, sino que se reunan como ahora y pongan música alegre como la que a mi me gusta. Quiero que me vistan con aquel vestido floreado que usé cuando asisitimos a la fiesta de primavera para cuando este en el ataud. Quiero que hagan de mi partida no un motivo de tristeza, sino de celebración por el tiempo que compartimos juntos".
Sus amigos conociéndola muy bien, tomaron sus palabras como algo natural en ella: "Esta bien. Aunque creemos que falta mucho para eso". Y siguieron conversando de otras cosas.
Justo al terminar la reunion, al estarse despidiendo, ella les dijo: "¡Acabo de recordar algo mas! Quiero que cuando esté en el ataud pongan un tenedor en mi mano derecha".
Uno de sus amigos con enorme curiosidad le preguntó: "¿Y eso?".
A lo cual ella respondió: "Invariablemente cada vez que nos reunimos para comer, al terminar el plato fuerte alguien siempre me dice en voz bajita quedate con tu tenedor, y enseguida nos traen algo delicioso.
Asi que yo quiero que cuando esté en el ataud y las personas me vean pregunten: ¿hey, que onda con el tenedor?. Y ustedes les contesten: es que ella sabia que si bien el plato principal había estado delicioso, ella confiaba que lo que venía después tambien seria genial".