lunes, 7 de diciembre de 2009

El golfista

Dar de corazón, con ganas y con amor, no porque esperes recompensa, sino porque tú estás viviendo desde la conciencia de tu Unidad con Dios; haciendo solo el bien, dando solo el bien.

Un exitoso jugador profesional de golf ganó un día un torneo. De hecho, le llevó a el muchas horas en ganar este torneo en particular, y el premio fue recibir un esplendido cheque. Entonces, vinieron todos los medios de comunicación; las cámaras, el alboroto, la publicidad exagerada que hay siempre cuando se gana un evento. Al llegar la noche, la fiesta.


Cuando las fiestas concluyeron al final del día, el golfista se fue caminando solo hasta su automovil. De repente apareció una mujer para felicitarlo, alabándolo por el maravilloso torneo que acababa de ganar...y comenzó a contarle que su hijito estaba gravemente enfermo y que probablemente moriría, confiándole tambien que ella no tenía dinero para pagar las cuentas de los doctores. El golfista sin pensarlo dos veces tomó su cheque ganador, lo firmó al reverso para endosárlo, y lo puso entre las manos de la mujer diciéndole: "Démosle algunos buenos días a tu pequeño hijo".


Es una bella historia, ¿verdad?
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Una semana después, cuando el golfista estaba platicando con sus amigos en la casa club, se acerco uno de los oficiales de la Asociación de Golf y le dijo: "Oye, escuchamos lo que hiciste. Uno de los caddies que estaba afuera esa noche vió que le diste tu cheque a esa señora. Bien, queremos que tu sepas que ella es una defraudadora; ella no esta casada, su hijo no está muriendo, es más, ni siquiera tiene hijos. Tu has sido timado".

"¿Tu quieres decirme que no hay un niño enfermo?", preguntó el golfista.

"No", contestó el oficial.

"¡Esa es la noticia más maravillosa que yo he escuchado en toda la semana!", se alegró el jugador.


Cuando damos y servimos desde la conciencia de nuestra conexion con El Espíritu, como una expresión del Divino fluir, nosotros sabemos que nos elevamos al gozo y la satisfacción que nunca nos puede ser robada.

¡MAGIA!

La verdadera magia es aparentemente invisible para la mayoría de las personas, ya que no se encuentra con los ojos; se descubre cuando miras con el corazón.

La espada del Rey Arturo y la lámpara de Aladino fueron para muchos objetos ordinarios, baratos, comunes. Sin embargo, Arturo y Aladino buscaron lo extraordinario ante lo ordinario.

Se permitieron mirar con los ojos del corazón; entonces convirtieron la espada y la lámpara en la oportunidad de expresar su fe, su fuerza creadora, que los hizo para siempre diferentes...No porque otros no fueran capaces de crear magia, sino porque ellos tomaron el riesgo de creer en su capacidad de crear magia en su vida.