Chaparra de mi Amor, mi Bella Tata: Hace menos de un mes
que dejaste este plano físico para ir a tu siguiente escalón de vida…y te echo
de menos.
Virginia mi Amada Amiga Hermana de corazón, recuerdo esos
primeros días que nos encontramos en la cancha de basketball hace 42 años.
Recuerdo que me tardé un año para aprenderme tu nombre, y al no recordarlo solo
te gritaba “Hey, Chaparra, pásame el balón”. Quien me iba a decir que ese fue
el inicio de un Amor de Hermana que hoy atesoro en el corazón.
Tanto que agradecer a Dios. Tu presencia y esencia
Chaparra es un regalo, una bendición, no solo para mí, sino para quienes son tu
Familia y Amigos.
Cuando mis Amigos me preguntan que es lo que más extraño
de ti, la lista se vuelve una plática de tiempo indefinido. Una mezcla de
alegría por todo lo vivido, agradecimiento profundo, y aunque no quisiera una
tristeza por tu ausencia física.
Si bien comprendo que la Vida nunca muere, y que solo
cambiaste de “vestido”, mi mente y mi corazón aún no se ponen de acuerdo, y
está bien. Como me decías tú “Vas a ver, Diosito te va a ayudar”.
Los acuerdos de la amistad eran invisibles porque eran de
corazón a corazón. Nada había que aclarar. Nada había que reclamar. Lo que
compartimos fue verdaderamente incondicional, y el tiempo que decidimos
compartir era de una presencia totalmente presente, sin distraernos con el
teléfono o con otros asuntos. Una escucha atenta y sin juicio con el único
motivo de ser y dar Amor mutuo.
De toda esta riqueza que dejaste en mí; de todo lo
aprendido de ti y contigo; hoy voy compartiendo con más amigos, y confío que
también se vuelvan mis Hermanos de corazón como lo eres tú.