lunes, 13 de julio de 2009

LA FLOR

Durante algún tiempo ha habido una persona que me ha puesto un botón de rosa en el hojal de mi traje como adorno al asistir al servicio del domingo. Y como esto sucedia cada semana, yo no pensába ya mucho en ello. Era un gesto que aprecié al principio, pero que se fué volviendo rutina.
Un domingo, sin embargo, lo que yo consideraba ordinario, se volvió muy especial. Cuando yo estaba dejando el servicio dominical, un niño se acercó. Caminó directamente hacia mi y me dijo:
"Señor, ¿que va a hacer usted con la flor?".
Al principio no entendía de que me estaba hablando, pero luego comprendí y le dije:
"¿Quieres decir esto?" mientras yo señalaba la rosa en mi chaqueta.
El dijo: "Si señor. Me gustaría que me la diera en caso de que la pensara tirar".
En ese momento yo sonreí, con mucho gusto le dije que sí podía tener mi flor, y lleno de curiosidad le pregunté que pensaba hacer con ella. El niñito, quien probablemente no tendría mas de 10 años, me miró y me dijo:
"Señor, se la voy a dar a mi abuelita. Mi mamá y mi papá se divorciaron el año pasado. Yo estaba viviendo con mi mamá, pero cuando ella se casó de nuevo, ella quizo que yo viviera con mi padre. Yo viví con él por un tiempo, pero él dijo que yo no podía quedarme, asi que me envió a vivir con mi abuela. Ella es muy buena conmigo; cocina para mi, juega conmigo y me cuida mucho. Ella ha sido tan buena, que yo quiero darle esa hermosa flor por amarme tanto".
Cuando el niño finalizó de hablar, yo estaba con un nudo en la garganta y apenas si podía decir palabra. Mis ojos se llenaron de lágrimas, y yo supe que había sido tocado en lo mas profundo de mi alma.
Con la flor en la mano miré al chico y le dije:
"Hijo, lo que me acabas de decir es lo mas lindo que yo haya escuchado jamás, más tu no puedes tener solo esta flor porque ello no sería suficiente. Si tu buscas enfrente del púlpito, tu verás un bouquet de flores que diferentes familias compran cada semana; por favor toma esas flores para tu abuelita y llévaselas, ya que ella merece lo mejor".
Como si yo no hubiera sido tocado lo suficiente, él hizo un último comentario que yo siempre guardo en mi corazón:
"¡Que maravilloso día! Pedí una flor y obtuve un hermosísimo bouquet".