jueves, 2 de julio de 2009

CACTUS

Cuando estaba en la primaria, uno de mis mejores amigos me hizo una maldad. Molesto y enojado, quería vengarme: "se la iba a regresar...¡peor de lo que él me la había hecho!".
Un día, en el patio de la escuela, una peluda pieza de cactus con una suave y espinosa parte que pica como alfileres, si ellas se clavan en la piel, se había roto de la planta. Observándola, un plan llego a mi mente: yo decidí que yo iba a ir donde mi amigo, y le metería ésto dentro de su camiseta, y se la tallaría en la espalda (los niños serán siempre niños).
Así que, yo puse la pieza tipo puercoespín en mi bolsillo, y la traje cargando tooodo el día, esperando el momento para hacerlo.
Cada vez que me movía, las púas me pinchaban.
Finalmente, al final del día, cuando saqué el cactus de mi bolsillo, TODAS las agujas del puercoespín se habían ido. Cuando me quité el pantalón, ahí estaban todas ellas, INCRUSTADAS EN MI PIERNA.
Estuve en un infierno por la venganza, con el coraje durante todo el día, y como resultado, yo fuí el único que se perjudicó.

Así son los resentimientos e inseguridades; pueden parecer justificados, pero al final, como yo con mi cactus, tú eres el único perjudicado al llevarlos contigo.