miércoles, 5 de julio de 2017


Chaparra de mi Amor, mi Bella Tata: Hace menos de un mes que dejaste este plano físico para ir a tu siguiente escalón de vida…y te echo de menos.
Virginia mi Amada Amiga Hermana de corazón, recuerdo esos primeros días que nos encontramos en la cancha de basketball hace 42 años. Recuerdo que me tardé un año para aprenderme tu nombre, y al no recordarlo solo te gritaba “Hey, Chaparra, pásame el balón”. Quien me iba a decir que ese fue el inicio de un Amor de Hermana que hoy atesoro en el corazón.
Tanto que agradecer a Dios. Tu presencia y esencia Chaparra es un regalo, una bendición, no solo para mí, sino para quienes son tu Familia y Amigos.  
Cuando mis Amigos me preguntan que es lo que más extraño de ti, la lista se vuelve una plática de tiempo indefinido. Una mezcla de alegría por todo lo vivido, agradecimiento profundo, y aunque no quisiera una tristeza por tu ausencia física.
Si bien comprendo que la Vida nunca muere, y que solo cambiaste de “vestido”, mi mente y mi corazón aún no se ponen de acuerdo, y está bien. Como me decías tú “Vas a ver, Diosito te va a ayudar”.
Los acuerdos de la amistad eran invisibles porque eran de corazón a corazón. Nada había que aclarar. Nada había que reclamar. Lo que compartimos fue verdaderamente incondicional, y el tiempo que decidimos compartir era de una presencia totalmente presente, sin distraernos con el teléfono o con otros asuntos. Una escucha atenta y sin juicio con el único motivo de ser y dar Amor mutuo.
De toda esta riqueza que dejaste en mí; de todo lo aprendido de ti y contigo; hoy voy compartiendo con más amigos, y confío que también se vuelvan mis Hermanos de corazón como lo eres tú.