jueves, 23 de julio de 2009

SINGULARMENTE IGUALES

En su centro, cada ola es, fué, y será, siempre océano.
No puede remediarlo.
Ella puede agitarse, bullir, y echar espuma al intentar ser diferente, mas eso no afecta lo que ella es en el fondo.
No confundamos la forma en que algo se expresa con lo que realmente es.
La ola del océano ruge y espuma enorme y amenazadoramente reaccionando al viento. Ella se calma y se serena reaccionando al cálido sol.
Podemos llamar una ola del océano musulmana, llamar a otra judía, a otra hindú, a otra católica, etc. Podemos designar ciertas olas femeninas y a otras masculinas. Podemos identificar algunas olas como de cierta nacionalidad.
Mas eso no afecta de ningún modo la unidad de la ola con el océano y, en esa unión, su unidad con otras olas.
Manténte alerta: Con demasiada frecuencia ponemos atención a las diferencias superficiales que existen entre las personas, cuando lo que es valioso e importante es pensar en nuestra increíble unidad. SOMOS UNO.

lunes, 13 de julio de 2009

LA FLOR

Durante algún tiempo ha habido una persona que me ha puesto un botón de rosa en el hojal de mi traje como adorno al asistir al servicio del domingo. Y como esto sucedia cada semana, yo no pensába ya mucho en ello. Era un gesto que aprecié al principio, pero que se fué volviendo rutina.
Un domingo, sin embargo, lo que yo consideraba ordinario, se volvió muy especial. Cuando yo estaba dejando el servicio dominical, un niño se acercó. Caminó directamente hacia mi y me dijo:
"Señor, ¿que va a hacer usted con la flor?".
Al principio no entendía de que me estaba hablando, pero luego comprendí y le dije:
"¿Quieres decir esto?" mientras yo señalaba la rosa en mi chaqueta.
El dijo: "Si señor. Me gustaría que me la diera en caso de que la pensara tirar".
En ese momento yo sonreí, con mucho gusto le dije que sí podía tener mi flor, y lleno de curiosidad le pregunté que pensaba hacer con ella. El niñito, quien probablemente no tendría mas de 10 años, me miró y me dijo:
"Señor, se la voy a dar a mi abuelita. Mi mamá y mi papá se divorciaron el año pasado. Yo estaba viviendo con mi mamá, pero cuando ella se casó de nuevo, ella quizo que yo viviera con mi padre. Yo viví con él por un tiempo, pero él dijo que yo no podía quedarme, asi que me envió a vivir con mi abuela. Ella es muy buena conmigo; cocina para mi, juega conmigo y me cuida mucho. Ella ha sido tan buena, que yo quiero darle esa hermosa flor por amarme tanto".
Cuando el niño finalizó de hablar, yo estaba con un nudo en la garganta y apenas si podía decir palabra. Mis ojos se llenaron de lágrimas, y yo supe que había sido tocado en lo mas profundo de mi alma.
Con la flor en la mano miré al chico y le dije:
"Hijo, lo que me acabas de decir es lo mas lindo que yo haya escuchado jamás, más tu no puedes tener solo esta flor porque ello no sería suficiente. Si tu buscas enfrente del púlpito, tu verás un bouquet de flores que diferentes familias compran cada semana; por favor toma esas flores para tu abuelita y llévaselas, ya que ella merece lo mejor".
Como si yo no hubiera sido tocado lo suficiente, él hizo un último comentario que yo siempre guardo en mi corazón:
"¡Que maravilloso día! Pedí una flor y obtuve un hermosísimo bouquet".

jueves, 2 de julio de 2009

CACTUS

Cuando estaba en la primaria, uno de mis mejores amigos me hizo una maldad. Molesto y enojado, quería vengarme: "se la iba a regresar...¡peor de lo que él me la había hecho!".
Un día, en el patio de la escuela, una peluda pieza de cactus con una suave y espinosa parte que pica como alfileres, si ellas se clavan en la piel, se había roto de la planta. Observándola, un plan llego a mi mente: yo decidí que yo iba a ir donde mi amigo, y le metería ésto dentro de su camiseta, y se la tallaría en la espalda (los niños serán siempre niños).
Así que, yo puse la pieza tipo puercoespín en mi bolsillo, y la traje cargando tooodo el día, esperando el momento para hacerlo.
Cada vez que me movía, las púas me pinchaban.
Finalmente, al final del día, cuando saqué el cactus de mi bolsillo, TODAS las agujas del puercoespín se habían ido. Cuando me quité el pantalón, ahí estaban todas ellas, INCRUSTADAS EN MI PIERNA.
Estuve en un infierno por la venganza, con el coraje durante todo el día, y como resultado, yo fuí el único que se perjudicó.

Así son los resentimientos e inseguridades; pueden parecer justificados, pero al final, como yo con mi cactus, tú eres el único perjudicado al llevarlos contigo.